Hoy es un día muy importante para mí. Se celebra unos de los géneros literarios con los que más disfruto: la poesía. Confieso, Mamitech, que no solo como lectora, sino que también hago mis pinitos como poeta. Hoy os traigo la historia de escritora que no tuvo la oportunidad de compartir sus creaciones en twitter o de mostrar al mundo lo que escribía a través de un blog. Sin embargo, desde el silencio de su casa, incluso desde el silencio de su dormitorio en los últimos años, dio un vuelco a la poesía. Y como me encanta hablar de personas que hicieron lo imposible, la he elegido a ella, a Emily Dickinson, para celebrar este Día de la poesía
Emily Dickinson: una voz entre cuatro paredes
Antes de comenzar, me encantaría recomendaros Historia de una pasión, una película biopic descomunal, donde se retrata a esta mujer de manera extraordinaria. Como se ve en ella, Emily Dickinson nació en 1830 en una familia estadounidense acomodada. Como sucedía en esta época, las familias bien situadas económicamente procuraban participar en la comunidad y en sus decisiones. No obstante, siempre partiendo de la división de tareas por género: mientras que los hombres se ocupaban de la vida pública, las mujeres se preocupaban del hogar, así como de representar el papel de la perfecta anfitriona en reuniones y fiestas.
Por tanto, la vida intelectual no era para las mujeres. Al menos no lo suficiente como para destacar por ello. Se les daba cierta preparación cultural para que pudieran acompañar a sus maridos, pero siempre con la pretensión de que fuera él quien brillara. Dickinson no encajaba en este patrón. Su pasión por la literatura, la poesía y la libertad la convirtió en un bicho raro, un “mito”, decían. No obstante, esa libertad se tradujo en su soltería y en su dedicación a la poesía, aunque siempre escribía cuando todos dormían y tras haber pedido permiso a su padre.
Nunca salió de su pueblo ni de se casa. Incluso, cuando murió su madre comenzó a encerrarse cada vez más, hasta el punto de que los últimos años de su vida los pasó encerrada en su habitación, vestida de blanco. Sola. Escribiendo. Marcando la diferencia en el mundo de la poesía. Sin saberlo.
Por qué leer a Emily Dickinson el Día de la poesía
Emily Dickinson escribió casi 2000 poemas. Sin embargo, solo le publicaron 6 en periódicos locales o provincianos. Todos ellos recibieron críticas muy similares. Según aquellos expertos, su creación era menor porque hablaba de “cosas de mujeres” y de sentimientos personales. Aquellos poemas estaban alejados de la épica y de los temas trascendentales.
Es cierto que el tema de su obra eran sus sentimientos, pero sí eran trascendentales. Emily Dickinson nos cuenta cómo se ve el mundo sin verlo, que es la libertad desde la misma silla y el mismo cuaderno, qué es el amor cuando lo has vivido a medias, qué es ser mujer rompiendo en parte con lo que se le exige a una mujer… Todo ello con una belleza inaudita y con la certeza de que iba a estar libre de juicios, puesto que la experiencia le había demostrado que no le iban interesaba a nadie. Así, vivió años en la casa familiar, cuidando de su madre, volcando su universalidad desde un mismo punto geográfico. Se trata, pues, de la apertura de un alma fuerte y decidida hacia el universo, sin que el cuerpo se moviera.
Tras años sufriendo una enfermedad renal, murió. Fue su hermana quien descubrió su inmensa, en cantidad y calidad, de su obra. Tras ello, se dispuso a hacer justicia al trabajo de su hermana y lo consiguió. Hasta el punto de que muchos críticos han igualado la importancia de su obra a la de Shakespeare o Dante.
Me pregunto hasta dónde habría llegado su poesía si hubiera contado con una conexión a internet. Si hubiera podido publicar desde “la casa de su padre”, sin necesidad de pasar el filtro de la estrechez de mente. Quizá su vida habría sido muy diferente y su obra también. No sé, ¿tú qué crees?
