Las redes sociales están diseñadas para producir tristeza y ansiedad

No lo digo yo, es un artículo que me ha enviado una amiga publicado en La Vanguardia y basado en el último ensayo de Geert Lovink “Tristes por diseño, cómo Internet pasó de hacernos felices a deprimirnos”. Llevo desde 2005 sumergida de fondo en el mundo de Internet. Primero como blogger y luego a través de mis perfiles en redes sociales. He probado todo tipo de ellas (algunas ni os sonarán): Viadeo, Xing, Musical·ly, Snapchat, Tumblr… Para quedarme con Facebook, Twitter, Linkedin, Instagram, Pinterest y TikTok… Actualmente, gestiono más de 20.

Me he empezado a preocupar a raíz de ser madre y ver cómo mis hijos, nativos digitales, devoran pantallas. Sabemos que son nocivas, pero continuamos usándolas ¿Por qué? Si en lugar de conectarnos nos aíslan. Adolescentes que no salen de sus habitaciones, que no quieren hacer otra actividad que no sea estar frente a una pantalla. Da igual la que sea, de ordenador, de móvil, de consola, de televisión…

Adicción a Internet

Sí, yo crecí viendo tele. Mucha tele, pero esto es diferente. “Las redes sociales están diseñadas para exprimir las vulnerabilidades del yo”, escribe Geert Lovink. “La tristeza de hoy se desarrolla por medio de interacciones en entornos digitales”. Este teórico de medios reflexiona en su ensayo acerca de la última década de Internet, marcada por la irrupción de los teléfonos inteligentes y los medios sociales. “El problema de Internet es más un problema de adicción que de privacidad”, asegura.

Estoy totalmente de acuerdo y lo escribía en este blog. Según el Plan de Acción sobre Adicciones el abuso de internet y el juego online ya son prioridad en las adicciones adolescentes junto al alcohol, el cannabis y el abuso de otros piscofármacos.

La redes no están pensadas para crear vínculos entre personas sino para no dejarlas. “Lejos del utopismo tecnológico que postulaba que estas plataformas sirven para organizarnos mejor en sociedad, el diseño de estas redes está pensado para hacernos dependientes. No son herramientas para que la gente haga cosas conjuntamente ni para crear vínculos. En lugar de eso, están pensadas para no dejarlas. Para sumergirse en un flujo continuo y efímero de contenidos”, explica Lovink, fundador del Instituto de Culturas de la Red en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Amsterdam.

Los hombres sienten ira, las mujeres melancolía

“En el libro me centro en la tristeza y el enfado. Hay estudios que se han aproximado al fenómeno y sugieren que tiene una estrecha relación con el trolling y las fake news. También hay una división entre géneros: los hombres tienden a enfadarse, mientras que las mujeres se deprimen. No hay una evidencia científica clara sobre ello, pero hay distintas emociones según el género”.

Al navegar por Internet, los hombres sienten ira, las mujeres melancolía. Las tecnológicas saben cómo suscitar esas emociones y las aprovechan para retenernos en la plataforma. En una sociedad como la que vivimos la tristeza no se exterioriza. Y os lo puedo confirmar en primera persona porque lo he vivido en estos 16 años conectada diariamente, podría escribir un buen libro sobre ello.

La era del postureo

Las redes sociales aíslan y conectan al mismo tiempo. Sirven para extender la cultura del narcisismo, la era del blogging ha dado paso a la era del postureo. Los bloggers éramos y somos profesionales (algunos del periodismo) que utilizábamos nuestras bitácoras para crear opinión, para compartir conocimiento. Hoy nadie quiere aprender nada, ni leer nada. Basta una imagen en Facebook o Instagram para la autopromoción, para mostrar lo bien que nos va. Mostramos nuestra ciudad, las buenas vacaciones, la buena comida, el tiempo de ocio… Y hasta nos pagan por ello. ¿Cómo no van a querer ser nuestros hijos influencers?

El Center for Humane Technology, fundado por un antiguo ingeniero de desarrollo de producto de Google, Tristan Harris, junto con otros alertadores de las empresas tecnológicas de Silicon Valley, divulga de forma exhaustiva todos estos mecanismos y explica por qué son tan adictivos.

“Las redes sociales no son simples herramientas. No las utilizamos para hacer esto u lo otro. Nos utilizan ellas a nosotros. Nos distraen. Las notificaciones, las noticias, los mensajes que debemos responder, los me gusta… es un flujo de contenidos infinito. Esta sobrecarga es la que conduce al estrés, el aislamiento y la tristeza, y es lo que hay que combatir”, explica. Pero es necesario retroceder para enfrentarnos a la plataforma en sí. Hay que aprender a alejarse del teléfono de vez en cuando. ¿Quién se apunta?

Maria Jose Cayuela

La tecnología llegó para salvarnos la vida y ayudarnos en nuestro día a día, pero también nos preocupa cuando no se hace un buen uso de la misma. En este blog os presentaré los artilugios tecnológicos más geeks pero también hablaremos de redes sociales, de internet, de educación y de todo lo que nos preocupa y rodea a la tecnología cuando no es educativa.

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1 Response

  1. Jorge dice:

    No puedo estar más de acuerdo, María José, cuanto más vulnerable es el usuario más peligro tienen las redes, incluyo aquí los juegos que son también redes. En los últimos tiempos, nuevas versiones de algoritmos de inteligencia artificial muy efectivos que automáticamente nos segmentan los contenidos que consumimos todavía peor. No quiero ni imaginar el efecto que tienen en personas con enfermedades mentales. Con los niños, los más vulnerables, es inaceptable dejarlos a merced de los experimentos de estas tecnologías, que en algunos casos tienen como propietarios a empresas Chinas como el caso de Tiktok-Tencent disponiendo y haciendo uso de la información sin un marco regulatorio claro.
    Gracias por explicarlo tan bien.

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