En los últimos meses, las redes sociales han puesto nombre a un fenómeno que no es nuevo, el sharenting. Se trata de un término que proviene de la unión de dos palabras en inglés: sharing (compartir) y parenting (criar). Su significado sería, por tanto, “exponer información de los hijos”. También se habla del oversharing, para hacer referencia a la sobreexposición de los menores. Sin duda, resulta muy tentador por parte de los padres compartir todo lo que hacen sus hijos desde las redes sociales, pero esta costumbre, aparentemente inocente, puede acarrear problemas muy serios.
Muchos expertos coinciden en que debemos pensarlo dos veces antes de compartir fotos de nuestros hijos en las redes. Si bien muchos padres comienzan a darse cuenta de esta situación, poniendo medidas sobre quienes pueden ver o no el contenido, siempre existen brechas por las que entran personas ajenas con intereses oscuros.
LA IMPORTANCIA DE LA HUELLA DIGITAL
A este fenómeno del sharenting se viene a sumar la llamada “huella digital”. Es decir, el rastro de datos que dejamos en internet a través de su uso cotidiano. En la mayoría de los casos esta resulta beneficiosa para el usuario, pero en otros puede ser perjudicial. La huella digital afecta directamente a la seguridad y privacidad. No es recomendable crear un perfil de un menor e ir subiendo contenido sobre él o ella a medida que va creciendo. Hay que recordar que estos datos son relativamente permanentes, y una vez que se hacen públicos o semipúblicos se pierde el control sobre los mismos. Asimismo, la huella digital determina la reputación de cada uno en internet. Esta se ha convertido en casi tan importante o más como su reputación fuera de la red.
REDES SOCIALES DONDE PREDOMINA LA IMAGEN
El auge de redes sociales donde predomina la imagen, como es el caso de TikTok o Instagram, no ha hecho más que echar más leña al fuego a este fenómeno. No es la primera vez que vemos por la calle a una madre o un padre haciendo que sus hijos posen o bailen. Los expertos apuntan que compartir dicho contenido puede afectar directamente a las emociones de los más pequeños. Cuando se publica algo sobre ellos, en realidad no se les está preguntando si les gusta o no que lo hagas. Esto podría dañarles en un futuro, afectándoles en la antes nombrada huella digital. Según la legislación, todos los menores tienen derecho a la protección de su propia imagen e intimidad. Esta última debe ser preservada por encima de todo.
Entre los riesgos más comunes del sharenting se encuentran: el ciberbullying, ser víctimas de fraudes y la pedofilia. No obstante, también hay que tener en cuenta un nivel más cercano, donde el menor tiene una continua sensación de invasión de su propia privacidad. No pocas voces críticas coinciden en la importancia de la preservación de la infancia frente a la tecnología que todo lo invade.
