“La música es el lenguaje universal de la humanidad”, afirmó el poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow. Esta idea caló en el siglo XIX, cuando los antropólogos y musicólogos vieron que había rasgos universales entre las diversas culturas musicales. No obstante, esta afirmación todavía suscita debate entre algunos expertos. De todas formas, si atendemos a la definición de la palabra “lenguaje” como “un sistema de palabras o signos que utilizan las personas para expresar el pensamiento y los sentimientos”, entonces, en el fondo, no importa a qué cultura pertenezcamos. La música, por tanto, es universal porque es capaz de evocar sentimientos, afectar al ritmo cardíaco, variar las ondas cerebrales e incluso influir en los ritmos respiratorios.
Hoy indagaremos en esta afirmación vinculándola con un estudio universitario bastante particular.
¿LA MÚSICA GENERA EMOCIONES UNIVERSALES?
En un estudio realizado por investigadores de la McGill University’s Schulich School of Music en Quebec, Technische Universität Berlin y la Université de Montréal llegaron a la conclusión de que, si eres un pigmeo, que habita en la selva del Congo, o un habitante de Montreal, la música siempre te va a causar las mismas emociones.
Dichas investigaciones, cuyo resultado se puede encontrar en el siguiente enlace de la web Frontiers in Psychology, arrojaron interesantes cuestiones al respecto. El estudio comparó las reacciones emocionales a la música en habitantes del centro de Montreal, Canadá y pigmeos de la selva del Congo. A los distintos individuos les expusieron a los mismos 19 fragmentos musicales (11 occidentales y 8 pigmeos), de entre 30 y 90 segundos de duración cada uno.
“Nuestro mayor descubrimiento es que las escuchas de grupos muy diferentes reaccionaron de la misma manera a la excitación o calma que sentían con la música de maneras muy similares”, mencionó el doctor Hauke Egermann, uno de los integrantes del equipo universitario que llevó adelante el estudio.
Asimismo, la principal diferencia que hallaron se encontró en cómo los canadienses describían una mayor cantidad de emociones al conocer el contexto del que partían. Los pigmeos, por su parte, se sorprendieron al escuchar música de carácter negativo, tal y como sucede precisamente con la banda sonora de Psicosis compuesta por Bernard Herrmann. “Las emociones negativas influyen en la armonía del bosque en la cultura de los pigmeos y por lo tanto son peligrosas” mencionó Nathalie Fernando de la Universidad de Montreal, quien estuvo recolectando la música pigmea a lo largo de una década. Las tribus cantan siempre canciones felices para apaciguar a un bebé llorando, o incluso si los hombres presentan miedo antes de salir a cazar. Es decir, su música es utilizada para echar fuera cualquier emoción de carácter negativo. La música que interpretan tiene la función de hacerles sentir bien.