Soy Mamitech, es verdad. Pero mi pasión por la tecnología parte de una especie de fascinación por lo que me parecía imposible. Sin embargo, la programación no es más que un idioma nuevo, nada más y nada menos. Como sucede con cualquier otro, cuentas con unas serie de símbolos con el que puedes elaborar un número infinito de mensajes (softwares). La cuestión es que para nosotras es una lengua exótica, pero lo mejor sería que para nuestros hijos, fuera casi su lengua materna. Así, sabrían relacionarse mejor con el mundo que les rodea y participarán activamente en él. Por eso, me ha encantado el robot Marty de Robotical, presentado en el Mobile Worl Congress de Barcelona.
Con el robot Marty aprenderán programación y mecánica
Como dijo Maria José Cayuela en sus stories, Marty nos ha encantado. Aunque su desarrollador está aún buscando inversores, nos ha parecido una de las novedades más prometedoras y divertidas del MWC2018. A priori, creíamos muy complicado conseguir lo que prometía, pero lo cierto es que sí lo hace. No en vano, Marty se concebió como un proyecto muy personal, pero con ese objetivo como base. De hecho, el Dr. Alexander (Sandy) Enoch quería crear un dispositivo para que su sobrina aprendiera a programar sin saber escribir.
En primer lugar, los pequeños aprenderán a armar el pequeño Robot Marty. Gracias a ello, se divertirán con la mecánica. Incluso, si se animan, podrán hacer algunas impresiones 3D para customizar un robot que terminará sabiendo caminar, bailar, patear una pelota…
Para conseguirlo, dispondrán de un sistema similar a otros a otros juguetes con aspiraciones similares: Marty usa un lenguaje de programación de bloques. En este sentido, dichos comandos no tienen por qué estar escritos con letras. Los más pequeños dispondrán de bloques diseñados a través de gráficos, de manera que los peques solo tienen que arrastrar las imágenes para programar a Marty. Para tener éxito, comprenderán de un modo muy intuitivo conceptos como “equilibrio”, “control del movimiento” o “funcionamiento de sensores”. Evidentemente, es muy posible que no sepan incluirlos en su discurso hablado, pero, desde luego, sí en el tecnológico.
Una vez puesto en funcionamiento, se pueden usar otros accesorios, sensores o aplicaciones móviles. De esta manera, este juguete inteligente se convierte en una verdadera mina de oro para el aprendizaje de la programación. De hecho, la complejidad de Marty podrá aumentar a medida que el conocimiento de los jóvenes diseñadores aumente. Se convertirá en el reflejo de un progreso natural y divertido.
Esta última característica me encanta, porque encuentro que sería una recurso educativo estupendo para el cole. Gracias a su capacidad de mejora, los maestros podría usarlo casi como un “cuaderno de ejercicios” donde poner en práctica todo lo que van asimilando con el tiempo. Además, al poder instalarle una cámara, se puede usar también como un instrumento para la narración audiovisual.
No puedo negar que su diseño me ha inspirado una ternura muy particular. Es un robot, es verdad, pero ¿no te parece entrañable? Su imagen tiene un carisma muy especial. Por su puesto, esto quedaría invalidado de no ser por su calidad. Pero cuando lo hemos visto funcionar, moverse y hemos comprobado su potencial educativo, nos hemos enamorado de él.